Ser honesto es ser real, auténtico, genuino, coherente con nuestros principios, valores, creencias y sentimientos, acorde con la evidencia que presenta el mundo y sus diversos fenómenos y elementos. La honestidad expresa respeto hacia uno mismo y hacia los otros, que, al igual que nosotros, "son como son" y no existe razón alguna para esconderlo, negarlo o minimizarlo. Esta actitud siembra confianza en uno mismo y en aquellos que estén en contacto con la persona honesta.
Podemos confundir ser honestos con ser sinceros o francos. La sinceridad y la franqueza están asociadas con la capacidad de decir la verdad, no mentir, no manipular información y no omitir con intencionalidad algo que pudiera ser relevante para alguien. Ser honesto, guarda relación con el SER, con el conocimiento de uno mismo, con ese mirar hacia adentro y no asustarse de lo que somos.
La honestidad también se relaciona con el comportamiento noble y altruista. Cuando se es honesto, uno se comporta de forma "legal", correcta, justa, inofensiva y desinteresada con los demás.
Espejito, espejito mágico...
Enfrentarse al espejo (literal y metafórico) a veces nos causa temor porque no siempre nos muestra un retrato amable de nosotros mismos. El espejo nos devuelve fielmente el certero reflejo de lo que exponemos ante él, mostrándonos no solo lo bonito y virtuoso que hay en nosotros, sino también las heridas, cicatrices, arrugas, dobleces, manchas y hasta los pecados (del cuerpo y del espíritu).